29/4/18

EL DELTA DEL EBRO, ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA. Por ¨El Trabucador" y la "´Punta de la Banya¨. 2ª PARTE.


Al fondo, en la lejana línea del horizonte, negros nubarrones presagian la inminente lluvia hasta que repentinamente, estos se rasgan en grandes cortinas de agua que cae a raudales sobre el mar. 
El aire transporta el sonido distante de la tormenta, con el crujir de truenos sesgando el cielo de un extremo a otro mientras se retuerce hasta llegar a nosotros.





Con el paso de las horas parece que la actividad tempestuosa se estabiliza y podremos llegar como hicimos hace un par de semanas a la “Barra del Trabucador”, uno de los brazos del Delta de l´Ebro. Al final de este prolongado brazo arenoso, comienza la gran extensión de tierra llamada “Punta de la Banya”, que tan gratos recuerdos vividos nos trae a la memoria.
Hacia el final de la tarde, comenzamos a caminar cercanos a  las famosas “Salines de la Trinitat”. 




El recorrido va orillando justo donde se desvanecen las olas del extenso mar mediterraneo.
Avanzamos durante casi media hora con el sonido constante del mar y  de las olas, saciándonos de la suave brisa marina que trae un cierto sabor a sal.




Al final, llegamos hasta un mirador donde uno puede deleitarse de unas impresionantes vistas que conforman una vasta extensión de terreno.
El sol, cercano a su ocaso tiñe de color rojizo la inmensa planicie de arena donde emergen en algunas partes extensos matorrales herbáceos donde cobijan los huevos multitud de aves que se se reproducen en este privilegiado lugar y donde vuelan por millares aprovechando el tiempo previo a las horas nocturnas. 




El orto solar resulta como siempre magnífico pero en esta ocasión la escasez de nubes le resta esta grandilocuencia que pudimos disfrutar en la última visita al lugar.
Es la hora mágica donde todo el ambiente se dulcifica, donde el tiempo parece transcurrir más lentamente, con una sensación de indeterminada presencia. 





La observación lejana permite comunicarse con la exultante naturaleza en el momento de máximo esplendor.
Al fondo puede verse recortada la silueta de la "Serra del Montsià" que da nombre a la comarca.








El rumor magnífico del mar y los graznidos de las gaviotas , son los únicos sonidos que se pueden escuchar y que se interiorizan como sensaciones impresas en la memoria. 
Regresamos al inicio de la ruta por el mismo lugar. Las olas siguen desvaneciéndose sobre el extenso arenal.
Allá en la lejana línea del horizonte comienza a elevarse tenue y blanquecina una distante luna llena.






Arrullada por la grandiosidad de este mar, el espectáculo que nos rodea es el más inmenso, el más grandioso que el hombre haya podido imaginar. Es como un sueño inspirado en la mente sublime del Creador.






Debajo de la luna, el oleaje traza un lecho de espuma que avanza imparable en busca de su final, trazando mil sinuosidades en la arena de la playa.

  



Lentamente, la luna asciende hacia el cielo que continúa oscureciendo para que mejor pueda destacar la plenitud de este astro que tanto nos fascina.
El suave reflejo de la luz comienza a afianzarse sobre húmeda y pulida superficie de la arena.






Dejamos atrás todo este momento de indescriptibles sensaciones. A veces, casualmente, podemos contemplar aquello que en ningún momento teníamos previsto ver.
Las casualidades de la vida son, en ocasiones, un obsequio para nuestra mirada.






Aquí dejo un vídeo de este momento tan particular.





Puede verse la 1ª parte de estos momentos trascendentales de existéncia en este enlace:

http://franclips.blogspot.com.es/2018/04/el-delta-del-ebro-entre-el-cielo-y-la.html



14/4/18

EL DELTA DEL EBRO, ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA. Por ¨El Trabucador" y la "´Punta de la Banya¨. 1ª PARTE.


Un poco avanzada la tarde llegamos a uno de los parajes naturales mas interesantes de la desembocadura del Delta de l´Ebro.
Pasamos por la pequeña población de "Poblenou del Delta". En esta ocasión apenas nos hemos detenido y siguiendo la estrecha carretera que nos lleva hasta la "Platja del Trabucador", se llega a la zona de las "salines de Sant Antoni", lugar donde puede admirarse una vasta panorámica del entorno deltaico.





Aquí confluyen numerosísimas especies de aves que han encontrado su hábitat ideal entre lagunas de salitre y dunas litorales.
Al fondo pueden verse extensas colonias de flamencos, patos, gaviotas, y demás fauna ornitológica.
Decidimos seguir con el coche hasta el final de la barra del Trabucador. Aquí finaliza el trayecto en coche, junto a las "Salines de la Trinitat" y comienza la llamada "Punta de la Banya".
Hace unos años, en 2011, realizamos una excursión en esta zona que queda explicada en este enlace:


A partir de aquí comenzamos un tranquilo paseo al borde del mar en dirección a un mirador que se vislumbra lejano, entre el neblinoso horizonte y a una media hora de distancia.
A nuestra derecha puede verse la "serralada del Montsià" mientras el sol comienza lentamente a declinar.





Se advierte su presencia difusa detrás de unas franjas de nubes que se extienden más allá de las montañas.
Vamos por la orilla del mar inmenso mientras las olas se desvanecen constantes sobre la arena.
El rumor del mar es inmenso, apocalíptico, grandioso. El lugar un extenso desierto de horizonte infinito y solitario.
De vez en cuando las olas han arrancado la arena de la playa dejando al descubierto grandes rocas que han estado sepultadas durante años.




El aire húmedo de la tarde llega hasta nosotros envolviéndonos con un suave olor a sal.
El sol en su ocaso ha cruzado las nubes del horizonte y nos brinda un espectáculo magnífico sobre las montañas lejanas.







Es un momento de encuentro mental, de evasión, de regreso a ensoñaciones latentes en el subconsciente de nuestros propios genes.
Es un magnífico cuadro donde se plasma y entrelaza todo el esplendor de la creación desde sus orígenes.
Y de repente, del horizonte lejano del mar, va ascendiendo  con una sutileza esplendorosa una columna con toda la gama y frecuencia de colores que el ojo humano puede ver.
Un magnífico arco iris se está formando lentamente en el cielo creando un semicírculo perfecto.
Si observamos con mayor precisión puede incluso verse otro arco iris doblando al primero.
Sin duda es la unión perfecta entre la tierra y el cielo. 




Esta visión hace que me vengan a la memoria imágenes de lejanos mundos donde impera una extraña realidad entre sensaciones de aires apocalípticos y remotos.
Estamos asistiendo a un espectáculo de tal majestuosidad que sin duda, no vamos a olvidar.
Los colores del arco iris podrán observarse durante unos quince minutos. Luego como por arte de magia, se van a  desvanecer como lo hacen los sueños en nuestra mente.





Decidimos regresar sin haber llegado a ningún lugar concreto. El aire y el rumor intenso del oleaje ha envuelto este tiempo detenido ante la mirada atónita de los sentidos, reflejo de una magnífica experiencia que perdurará hasta el fin de nuestros días.






Aquí dejo un vídeo de este irrepetible momento.





Puede verse la 2ª parte de estos momentos trascendentales de existéncia en este enlace:

https://franclips.blogspot.com.es/2018/04/el-delta-del-ebro-entre-el-cielo-y-la.html