Levantarse a las 3:45 de la mañana impresiona, tiene mérito, y no hay duda, es un gran madrugón. Pero en esta ocasión resulta de obligado cumplimiento al ser imprescindible para trasladarnos al aeropuerto. El avión tiene programada su salida hacia las 6:15.
Después de un adormecido vuelo, el avión aterriza y hace escala en Lisboa...
... y desde aquí, en poco mas de una hora de vuelo, comenzamos a vislumbrar en medio de las aguas del Atlántico, el grupo de islas que forman las Madeira.
Entre estas, hay dos islas habitadas, Madeira y Porto Santo, y tres islas menores no habitadas, llamadas ilhas Desertas, consideradas reservas naturales declaradas patrimonio mundial por la UNESCO.
DIA 1. MADEIRA. EIRA DO SERRADO. CURRAL DAS FREIAS.
A lo lejos la pista del aeropuerto y su impresionante prolongación sobre una estructura de grandes columnas de hormigón. No hay muchas más opciones...
Afortunadamente el aterrizaje es todo un éxito, con aplauso incluido.
Después de los controles covid y el correspondiente QR, pasamos a las oficinas de alquiler de vehículos, saliendo del lugar con flamante coche en dirección a Funchal, la capital.
La autovía que nos va a llevar al hotel, sorprende debido a los incesantes desniveles y túneles que atraviesa.
No hacemos más que empezar...
Abandonamos la autovía. Ahora la carretera comienza una subida con un desnivel cada vez más acusado hacia lo alto de la montaña que comenzamos a ver al fondo. Pronto estamos sobre vertiginosos precipicios. Hay que detenerse para observar bien el lugar.
La carretera se estrecha cada vez más. Ahora es para un vehículo. Hay que buscar las pequeñas aberturas practicadas en la calzada para el cruce entre los coches.
Llegamos finalmente al hotel de curioso nombre, Eira do Serrado. Me viene en mente aquella famosa película de Kubric, "El Resplandor".
El lugar con unas vistas increíbles en medio de una agreste y espectacular naturaleza, domina todo el valle. Al fondo una pequeña población, Curral das Freias, a la que nos trasladaremos en breve en busca de un lugar para comer.
Desde el hotel parte un sendero empedrado que bordea la montaña y que en pocos minutos nos lleva a un espléndido miradouro situado a 1050 mts. de altura, donde se pueden contemplar vertiginosas panorámicas de este rincón de la isla.
Regresamos de Curral das Freias; la tarde augura cierta tranquilidad. Hacemos un pequeño tramo, muy breve, del sendero que desde el hotel desciende hasta aquella población. Las nubes han invadido el valle y dejan entrever poco entre los árboles...
La antigua carretera que llegaba hasta Curral das Freias, bordeaba a tajo la montaña, pero se cerró al paso de vehículos por la peligrosidad que entrañaba. Sólo verla allá a lo lejos, eriza los sentidos. Más tarde se abrió un túnel que da el único acceso a la población.
DIA 2. FUNCHAL. MERCADO DOS LAVRADORES. EL MONTE. PONTA DO GARAJAU. CABO GIRÃO.
Levantarse por la mañana con la radiante luz de un día esplendoroso y poder ver unas espectaculares vistas desde el balcón de la habitación, resulta una experiencia de lo más gratificante.
Se olvida casi todo y especialmente la rutina del trabajo diario, los transportes, el ruido, la gente ...
Bueno, la verdad es que se olvida todo.
Nos trasladamos a Funchal, la capital. A primera vista resulta bastante agradable, dentro de un perfecto orden y limpieza.
Situado en el centro de Funchal, el Mercado dos Lavradores es uno de los lugares emblemáticos que hay que visitar.
En el persiste la tradición y del folklore ya que algunas vendedoras se las puede ver con traje típico.
En este mercado se puede encontrar gran variedad de frutas exóticas y tropicales, vegetales, abundantes especias, pescados, etc.
Hay que prestar atención... pueden embaucarte con altos precios y endosarte alguna fruta desconocida como esta especie de plátano verde que te dejan probar con sabor a piña y que luego a la hora de tomarlo, observas que el que has comprado está completamente seco y hay que tirarlo. ¿Verdad, Filomena de Jesús Joao?.
Otra curiosidad de Funchal es el teleférico que asciende a la población de Monte.
La distancia que cubre es de 3.173 metros en apenas 15 minutos, salvando un desnivel de 560 metros de altura.
Desde las cabinas pueden contemplarse todo el espectro constructivo que conforma la escalonada población.
Sorprenden los altos viaductos donde discurren las vías de comunicación, con ciclópeos pilares para salvar los grandes desniveles.
Tras el recorrido por encima de las casas de Funchal y las huertas donde crecen plataneras llegamos al Monte, junto a los Jardines Tropicales, y no lejos de su Iglesia. Obviamos la visita al Jardín Botánico que se encuentra justo al lado.
En este lugar encontramos otro de los atractivos de la isla. Son los famosos "carreiros" reclamo turístico que también obviamos por su precio y por la falta de interés que nos merece.
Esta especie de carros se deslizan cuesta abajo hacia Funchal guiados por dos personas que ataviados con traje típico ofrece un cierto atractivo para el ocioso visitante.
Un poco más arriba, la Iglesia de Nossa Senhora do Monte.
La Iglesia fue construida en el siglo XVIII, en el lugar donde antiguamente existía una ermita del siglo XV.
Frente a la iglesia hay una escalera con 74 peldaños, los cuales son subidos de rodillas por penitentes cada 15 de agosto, que es cuando se celebra la festividad de la Asunción.
En su interior alberga una magnífica imagen de la Virgen en un tabernáculo de plata. Según cuenta la leyenda, en el siglo XV una pastorcilla la recibió de la Virgen, a la que se le atribuyen muchos milagros.
Exhibe hermosas piezas de orfebrería labrada de los siglos XVII XVIII.
La tumba de Carlos Habsburgo, Emperador de Austria, de Hungría y de Bohemia, exiliado en 1921 en Madeira, se encuentra en una capilla lateral que alberga un imponente sarcófago negro. Carlos I falleció aquí de neumonía a los 35 años de edad. El papa Juan Pablo II le beatificó como primer paso a su santificación.
De nuevo descendemos hacia Funchal, y otra vez sobrevolando espléndidas quintas entre los caprichosos tejados de la población.
Después de un periplo por callejuelas típicas...
... llegamos junto al mar, donde rompen las grandes olas. Al fondo destaca una gran construcción, el Fuerte de São Tiago.
Fue construido en 1614 para proteger la población de los ataques de los corsarios ya que en uno de ellos, allá por el 1566 se masacró a gran parte de sus habitantes.
Utilizado para fines militares, con el tiempo se fue ampliando, hasta 1992 que se destinó para actividades y eventos culturales.
El lugar acoge también un restaurante de privilegiada ubicación.
No nos detenemos allí y seguimos buscando otro lugar para satisfacer las necesidades gastronómicas cerca ya de las 3 de la tarde.
Encontramos el lugar perfecto donde podemos degustar algunos de los platos típicos de Madeira:
Sopa de tomate con cebolla y huevo.
Dorada a la parrilla con verduritas y patatas.
El famosísimo peixe espada com banana.
No perdemos tiempo, después del postre...
Visita al miradouro de la Ponta do Garajau. Obsérvese dónde se han construido algunas de las casas...
Aquí se encuentra La Estatua del Cristo Rey de Garajau, un Cristo con los brazos abiertos orientada al océano, inaugurada el 30 de octubre de 1927.
El monumento, construido en honor del Corazón de Jesús, puede decirse que se hermana con el famoso "Corcovado" de Río de Janeiro, en Brasil.
Una larguísima estructura con escaleras permite descender prácticamente a tocar del bravío Atlántico, con unas vistas espectaculares allá donde se mire.
Una vez llegados al final, hay que regresar y subir de nuevo la escalinata.
Nos trasladamos al siguiente objetivo, uno de aquellos lugares que se recuerdan en el tiempo. Se trata del famoso Cabo Girão.
El miradouro do Cabo Girão, está situado en uno de los acantilados más alto de Europa, a 589 m de altitud, con unas vistas magnificas sobre las "fajãs" de Rancho y Cabo Girão, pequeñas áreas de tierra cultivadas al pie del acantilado.
También hay magníficas vistas del océano y de los municipios de Câmara de Lobos y Funchal.
El mirador ha sido objeto de obras de acondicionamiento, y en él se ha construido una plataforma de cristal suspendida, de las denominadas skywalk, a 580 mts. sobre el nivel del mar.
Es un lugar privilegiado para practicar parapente y salto base. Recientemente, el paracaidista portugués Mário Pardo efectuó desde aquí un espectacular salto en moto.
En otro promontorio situado más arriba y siguiendo una estrecha carretera se encuentra la Capilla de Nuestra Señora de Fátima, construida en 1951, uno de los principales lugares de peregrinación de la isla.
DIA 3. PICO DO ARIEIRO. RIBEIRO FRÍO. VEREDA DOS BALCÕES. SANTANA. PICO RUIVO.
Al abandonar el hotel por la mañana, nos embelesamos de este sublime paisaje de nubes que envuelve las altas montañas. Es una visión realmente impresionante.
Nuestro primer objetivo es el Pico do Arieiro, de 1880 metros de altura, otro lugar de obligada visita.
Puede llegarse en coche hasta aquí porque hay un radar de la Fuerza Aérea Portuguesa. Esto lo convierte en un punto muy turístico con cafetería y tienda de recuerdos incluidos.
El Mirador del Pico do Arieiro nos ofrece una fantástica vista sobre el escabroso macizo central de la isla de Madeira.
Desde este lugar se puede iniciar uno de los recorridos más espectaculares en dirección al pico Ruivo de 1862 metros.
Para realizar este itinerario hay que ir bien preparados, incluyendo el uso de frontales ya que hay que atravesar túneles excavados en la roca y se precisa iluminación.
Nosotros hacemos un corto tramo del itinerario, descendiendo hacia un paisaje espectacular.
Un pequeño desvío nos conduce al mirador Ninho da Manta, donde podemos disfrutar de las fabulosas vistas.
Desde este lugar, tenemos una visión apocalíptica de este infierno de rocas y abismos.
El lugar, sublima los sentidos, no hay duda.
Abandonamos el enclave remontando de nuevo la empinada escalinata.
Seguimos con las emociones a cuestas hacia la carretera regional E.R.103 dirección a Ribeiro Frio. Solo nos detenemos un momento para comer frugalmente en un pequeño restaurante junto a la carretera.
Justo al lado se encuentra la levada da Serra do Faial, que lleva al mirador dos Balcões, donde podremos ver grandes panorámicas sobre el profundo valle de Ribeira da Metade y de la pedanía de Faial.
Las vistas durante la ruta dan la sensación de estar inmerso en plena selva. Exuberante vegetación hasta donde llega la vista, suelos en los que cada pocos pasos alguna raíz aflora en mitad del camino, helechos, musgos y las distintas variedades de flores, insectos y pequeñas aves..
Una vez en el Mirador dos Balcões podemos admirar un espléndido escenario de valles verdosos característicos del bosque Laurisilva.
Este bosque adquiere especial importancia como “productor de agua”, pues condensa el agua de la niebla en las hojas de las plantas, retirándola de estas y conduciéndola en grandes cantidades hasta el suelo, donde posteriormente cargará los manantiales y los ríos.
En días con buena visibilidad, se puede divisar la Cordillera Central, donde destacan los picos más altos de la isla, el Pico do Arieiro (1817 m), el Pico das Torres (1851 m), y el Pico Ruivo (1862 m)...
... y el grandioso panorama geológico que es la enorme masa rocosa de Penha d’Águia.
Seguimos itinerario en dirección a Santana, una población situada en la costa norte de la isla, a 40 km de Funchal. Limita al este con Machico, al sur con Santa Cruz y Funchal, al suroeste con Câmara de Lobos, al oeste con São Vicente y al norte con el Océano Atlántico.
Santana es una de las poblaciones más pintorescas de la Isla, tanto desde el punto de vista de la arquitectura tradicional, por sus casas triangulares de paja, por sus alamedas de buj y hortensias y por su riqueza paisajística.
Las “Casas de Santana” son de dos plantas. En la parte de arriba se solían conservar las semillas, cereales, etc. y en la de abajo solían tener al ganado en establos.
Desde Santana, remontamos -¡como no!- por una carretera que sube con acentuado desnivel. Nos dirigimos al lugar donde comienza un sendero que nos lleva a otro de los puntos de interés de la isla.
Dejamos el coche en una explanada habilitada cuando son cerca de las 8 de la tarde. Estamos en la Achada do Teixeira.
Este recorrido de 2.8 km. y duración de 1.30 hora permite acceder a la cumbre más alta de Madeira, el Pico Ruivo de 1862 mts.
El tiempo apremia y comenzamos la subida sabiendo de antemano que no hay tiempo para llegar a la cima. No obstante vamos a poder disfrutar del magnífico paisaje.
El sendero sube a lo largo del lomo, que separa las laderas de Faial de las de Santana, por lo que proporciona del lado izquierdo grandes panorámicas sobre el valle de Ribeira Seca, encimada por el Pico das Torres, y al fondo el Pico do Arieiro.
La vegetación herbácea y arbustiva está bien adaptadas a las grandes variaciones de temperatura, a los fuertes chaparrones y vientos intensos. Predominan los brezos, antiguamente muy explotados para la producción de carbón vegetal.
Junto al sendero encontramos un refugio. En esta zona la variación climática es muy brusca, y es frecuente que el área quede sumergida en un mar de nubes o encima de ellas.
A partir de aquí, y viendo que el tiempo ya no da más de si, regresamos.
A esta hora el lugar se encuentra solitario, solo una ligera brisa nos acompaña.
Muchas veces hay que fijarse en los pequeños detalles de la naturaleza. Esta pequeña planta llama mi atención al haber encontrado entre la hendidura de la roca un lugar para crecer.
El sol está próximo al ocaso. Esto nos permite esperar el momento adecuado y plasmar el acontecimiento que en este lugar resulta mucho más impresionante.
Oscurece por momentos cuando abandonamos el lugar para regresar a Funchal. Intentando encontrar un lugar para cenar, cruzamos de nuevo Santana sin demasiado éxito.
Unos kilómetrós más allá, junto a la carretera, el restaurante Grutas do Faial.
...en una especie de cueva excavada en la roca.
DIA 4. GRUTAS Y CENTRO DE VULCANISMO DE SãO VICENTE. PLANICIE DA PAÚL DA SERRA. LEVADA DAS 25 FONTES. PONTA DO SOL
Iniciamos la jornada con una actividad que habíamos calificado de gran interés. La visita a unas cuevas de lava, con centro de interpretación incluido, que servía para entender el proceso volcánico que dio origen a la isla.
Para ello nos trasladamos a la zona de São Vicente, pero al llegar...
¡Cerrado!. Motivo, la dichosa pandemia.
Seguimos hasta la población de São Vicente. Una vuelta para comprar comida, y nos volvemos para ascender por otra empinadísima carretera con predominio en los bordes de una nutrida población de planta invasora, los agapantos.
Es inevitable detenerse en otro miradouro, el de la Encumeada, donde pueden contemplarse vistas de ambos lados de la isla con el mar al fondo.
La carretera ER110 nos lleva a la parte alta de la isla, bordeando enormes precipicios y barrancos que forman un paisaje impresionante.
Cruzamos un gran parque eólico situado en una gran meseta.
Aquí se encuentra la Reserva Natural del Glaciar Planalto que abarca los geositios de Sítio das Pedras y Bica da Cana donde se pueden observar formas de relieve y depósitos resultantes de la acción de un glaciar de meseta, durante el Último Período Glaciar.
Este macizo montañoso occidental, lo cruza la extensa planicie de Paúl da Serra, situada a 1.400 m de altura. Con frecuencia la invade una espesa niebla que dificulta la orientación.
Aparcamos el coche en una esplanada para realizar la famosa ruta "Levada das 25 Fontes".
Comenzamos a descender por una pista asfaltada donde vemos numerosa gente subiendo con agónica respiración. Llevamos media hora caminando y hartos de asfalto a -450 mts. de desnivel.
Nos cruzamos con unas furgonetas que trasladan gente al punto de inicio real de la ruta. ¡Si lo hubiéramos sabido!.
Por fin llegamos a un pequeño restaurante, una Casa de Abrigo, ubicado en un fantástico entorno.
Aquí es dónde comienza realmente el itinerario.
Una zona de picnic nos permite recuperar energías.
Comenzamos la ruta en dirección al "Risco" un lugar tranquilo que sorprende por su frondoso bosque de Laurisilva.
El camino está bordeado por un canal de unos 50 cms, de profundidad por donde discurre el agua. Esta, proviene de la lluvia, de las cascadas y de la humedad frondosa, pudiendo abastecer a la parte del sur de de la isla para regar las plantaciones y llevar agua a las aldeas . Esta conducción recibe el nombre de "Levada".
El sendero que acompaña a la levada do Risco está a 1000 metros de altura, y lleva al visitante a una impresionante cascada: la Cascada do Risco.
Regresamos a un cruce de caminos. Ahora descendemos a la zona de las 25 Fontes. Son cerca de las 5 de la tarde. Emprendemos un descenso continuado entre el bosque, bajando grandes escalones durante unos 8 minutos.
Hemos bajado mucho, seguimos entrando en la espesura hasta llegar a un puente que salva el barranco donde discurre el agua de la cascada del Risco.
Seguimos adelante pero nos damos cuenta que el tiempo apremia. Si queremos subir desde la casa abrigo y evitar el penoso asfalto, el último minibús sale a las 6. Optamos a disgusto y regañadientes a regresar ya que todavía quedan 15 minutos para llegar al final.
De vuelta a la subida de escalones y llegada al minibús justo cuando está al salir. Por momentos hemos evitado los 2 tortuosos kms., pero hay decepción por no haber podido culminar la ruta.
Después emprendemos regreso por estas carreteras desconocidas que nos llevan a bordear la costa sur.
Vamos en busca de la "Cascata dos Anjos" que se encuentra dentro de nuestra ruta. Esta tiene el atractivo de caer en medio de la pequeña carretera que discurre al borde de los acantilados.
Hay gente para todo, muchos aprovechan para el remojarse con la abundosa agua. Y son muchos los que van pasando...
Nosotros aprovechamos para limpiar el coche que comienza a tener una buena capa de polvo. (ver el vídeo)
La tortuosa carretera sorprende por los lugares que vamos atravesando. Magníficas vistas de mar, agrestes acantilados, alturas insospechadas, túneles...
...usados como parking de coches...
Casi por sorpresa, terminamos el periplo en una pintoresca población que se encuentra encajonada en un entorno natural de lo más característico, Ponta do Sol.
El sol está cerca de su ocaso, y desde este lugar privilegiado podemos disfrutar de esta magnífica ocasión..
La suave brisa del Atlántico y la luz del atardecer, hace que del momento un recuerdo inolvidable.
El fantástico espectáculo ha hecho olvidar la decepción de la ruta inacabada a las 25 Fontes,
Buscamos un lugar para cenar. El pueblo es encantador, con calles empinadas, plazoletas y casas blancas bien dispuestas. Entre ellas encontramos un pequeño restaurante que nos terminará de alegrar el día.
La amabilidad, el trato acogedor y los detalles nos dan un agradable momento: Caprice Restaurant
DIA 5. FAJÃ DOS PADRES. SAO VICENTE. PORTO MONIZ. ACHADAS DO CRUZ. RIBEIRA DA VACA. PONTA DO PARGO.
Nos encontramos en otro miradouro. La altura es bastante considerable, no como la del Cabo Girao pero...
La altura impresiona y hay dudas. Lo de abajo se ve lejano...
Una cabina de teleférico desciende con un desnivel de vértigo a la llamada Fajã Dos Padres.
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Tomamos la decisión, no todos, y allá nos aventuramos. En realidad el descenso, desde la cabina, no resulta tan angustioso como nos parecía al principio, así que disfrutamos del vuelo.
Hasta 1998 sólo se le podía acceder por mar, pero ahora con el teleférico se desciende durante 4 minutos recorriendo más de 300 metros hasta llegar a la pequeña bahía de Fajã, donde se encuentran numerosas plantaciones .
Desde abajo el impresionante acantilado rocoso...
A nivel del mar, podemos contemplar con deleite todo un campo de cultivo de esmerado orden, y caminamos entre los árboles que lo conforman.
Resulta fascinante pasear entre la exuberante naturaleza, donde se cultivan varios tipos de frutas tropicales, plátanos, aguacates, mangos, papayas, maracuyás y guayabas.
Desde esta perspectiva la plantación de plataneras resulta muy impresionante.
Faja dos Padres es un pequeño paraíso aislado y silencioso, que debe su nombre a que los primeros pobladores de la zona fueron los padres Jesuitas.
Siglos atrás existió en Faja dos Padres una capilla levantada a Nuestra Señora de la Concepción, destruida en el siglo XVII. Aún se pueden ver fragmentos de la misma.
En esta playa hay un pequeño complejo turístico que incluye restaurante y un pequeño malecón con instalaciones para tomar el sol, nadar y pescar.
La playa rocosa, de piedra volcánica y guijarros de todos los tamaños, ofrece dureza y poco acomodo al insistente bañista.
Abandonamos el lugar con cierta nostalgia ya que la breve visita, para no impacientar demasiado la que nos espera, bien ha valido la pena.
Seguimos ruta en busca de nuevos lugares para visitar. Los túneles siguen siendo una constante por toda la isla. Hay 44 kms. repartidos por toda la isla sin contar algunos antiguos que por su peligrosidad ya casi que no se utilizan.
Estamos de nuevo en la zona de Sao Vicente.
Al fondo una cascada imponente junto a la carretera.
Vamos en dirección a Porto Moniz para ver las llamadas "piscinas naturales" que se encuentran en algunos lugares de la escarpada costa.
Desde algunos miradouros pueden contemplarse otros espectaculares horizontes con acantilados y cascadas.
Cerca de la población de Seixal, descubrimos al fondo una piscina natural. Los coches llegan hasta el límite del desnivel...
El paisaje ha modificado la suavidad de líneas para hacerse mucho mas agreste a causa de las grandes rocas volcánicas junto a los acantilados. Estamos en el miradouro de Ribeira de Janela.
En otra pequeña población puede observarse esta concreción de roca basáltica donde los estratos se han comprimido y retorcido de tal modo que conforman una extraña combinación de elementos pétreos.
Porto Moniz es una de las ciudades más antiguas de la Isla. Atrae a muchos turistas durante todo el año, sobre todo por las curiosas piscinas naturales entre las rocas volcánicas.
Porto Moniz es una población turística de poco interés para nosotros. Algunos pretendían tomarse un baño, -no era mi caso- pero desisten al ver que las piscinas naturales están abarrotadas de gente.
No tenemos otra opción que comer en un típico restaurante de playa bastante malo, por cierto, así que, nos vamos con viento fresco.
Desde Porto Moniz emprendemos otra subida de vértigo por una carretera que asciende rauda y veloz.
Nos detenemos en el teleférico Das Achadas da Cruz, otro de los atractivos de Porto Moniz.
El teleférico de Achadas da Cruz desciende hasta la Fajã da Quebrada Nova en una pequeña cabina. Es un viaje vertiginoso con vistas a los acantilados escarpados, no apto para viajeros con vértigo.
El descenso de 451 mts. dura 5 minutos, con un nivel de inclinación del 98%.
En esta ocasión solamente yo estaba decidido a bajar. Los demás, no lo tenían tan claro y optaron por retirarse, así que rien de rien...
El teleférico proporciona acceso a la zona de Achadas da Cruz y la playa de guijarros y sirve para los agricultores de este pueblo cuando quieren acceder a sus tierras o transportar sus cosechas.
El siguiente vídeo servirá para ahuyentar el vértigo:
Seguimos por la carretera ER101, bordeada por magníficos bosques donde abunda el eucalipto.
La carretera comienza un descenso vertiginoso, con una inclinación sorprendente. Al principio son unos 2 kms. donde la calzada es de adoquines.
Mucho más abajo pasamos por otra población también inclinada, Ribeira Da Vaca.
Cruzamos las casas hasta llegar el final de la bajada, lugar donde se ubica un maravilloso faro.
Estamos en Ponta do Pargo Lighthouse.Inaugurado en 1922, el faro está situado en el extremo más occidental de la isla.
Y nos asomamos a una barandilla... no hemos llegado al final. Allá abajo, un acantilado de 290 mts de altura, y al fondo la gran belleza del solitario mar.
Cerca de allí, el miradouro do Fio con un pequeño bar, la Casa de Chá con unas magníficas vistas alrededor.
DIA 6. PICO DO FACHO. CANIÇAL. QUINTA DO LORDE. PONTA DE SAO LOURENÇO.
Después de algo de divagación por las carreteras de Madeira buscando el pico del Águila, volvemos a hacer lo que solemos hacer en esta isla, subir a otro pico.
Así, llegamos al miradouro do Pico do Facho.
El lugar ofrece una vista maravillosa sobre el valle de Machico con su población al fondo.
Puede darse una vuelta alrededor de una gran antena circundado por un sendero subiendo desde el miradouro.
Al fondo, la Ponta de São Lourenço y la inmensidad del océano.
Vamos en dirección a la Ponta de São Lourenço, pasando por la población de Caniçal y aunque es va siendo hora de comer, seguimos un poco más adelante. Nos detenemos y curioseamos por un complejo que se encuentra a pie de carretera. Es la Quinta do Lorde Resort Hotel Marina.
Todo está desierto... cerrado... mientras caminamos por el lugar, perfectamente ordenado y bien dispuesto.
Decidimos entrar el coche en un gran parking subterráneo casi vacío y así preservarlo del sol.
Al final del resort, en un pequeño muelle deportivo, hallamos la solución...
El Captain‘s Bar con acogedora terraza y lugar ideal para comer.
Aquí podemos degustar lo que hacía tiempo deseaba, las famosas lapas.
El arroz con pulpo y el arroz con rape también hicieron las delicias gastronómicas del momento.
Hasta el gato ronroneaba feliz cuando le caía algo de comida.
Siguiente objetivo... Ponta de São Lourenço.
Es una península que en su prolongación hay dos islotes: el islote de Cevada, de Metade o de Desembarcadouros, y el islote de Ponta de S. Lourenço, de Farol o de Fora.
Desde este lugar pueden divisarse a lo lejos las otras islas del archipiélago portugués.
El camino, aunque ondulante, está en buenas condiciones y permite observar los paisajes de acantilado más bellos de la isla que se elevan 180 metros sobre el nivel del mar
Este lugar destaca por su colorido rojizo y amarillento y tierras áridas, sin árboles, que contrasta con el resto de la isla más húmeda y verde.
Al fondo una pequeña playa de piedras a la que se accede por un sendero entre las rocas.
En Ponta de São Lourenço se pueden observar morros volcánicos recientes y abundantes formaciones calcáreo-arenosas.
Flanqueada por escarpados acantilados, desde 1996 la zona quedó protegida como reserva natural para la conservación de algunas plantas endémicas y de aves protegidas. Destaca asimismo la presencia de la foca monje.
En esta península de origen volcánico, en su mayoría basáltica, y también existen formaciones de sedimentos calcáreos.
La Ponta de São Lourenço, fue bautizada con el nombre de la carabela de João Gonçalves de Zarco, uno de los tres descubridores de la isla de Madeira, el cual, al aproximarse a este lugar, gritó a la nao que comandaba: “¡Oh, São Lourenço, ya llega!”.
Obsérvese también al fondo las ilhas desertas.
DIA 7. CURRAL DAS FREIAS. MADEIRA DESDE EL MAR. CABO GIRAO. FUNCHAL. CAMARA DO LOBOS.
Oportunidad para disfrutar del sendero que desciende desde el hotel al pequeño pueblo que contemplamos cada día al levantarnos, Curral das Freias.
Curral das Freiras es una población bastante aislada, pero comunicado con el resto de la isla a través de un largo túnel. Debe se su nombre, (refugio de monjas) a que en el año 1.560 se refugiaron en esa zona las monjas del Convento de Santa Clara de Funchal huyendo de los piratas luteranos franceses. Es de los pocos lugares de Madeira que no puede verse desde el mar siendo de difícil acceso.
El camino de descenso está bien empedrado pero el desnivel resulta notable. Voy pensando que tendré que remontarlo de nuevo al regreso.
El sendero es fantástico. Me vienen a la mente travesías por lejanos reinos del Himalaya cruzando montañas junto a precipicios de vértigo.
Voy descendiendo durante 50 minutos hasta llegar a un pequeño y desafiante mirador que me acerca cada vez más a la población.
Con cierto pesar, debo regresar por el mismo sendero, ya que estamos al punto de otra actividad que va a comenzar hacia las 3 de la tarde.
Diez minutos más y hubiera llegado al destino, pero ahora el destino se invierte y se sitúa mucho más arriba, así que comienzo la remontada por el mismo sendero.
Llego sudoroso al hotel, en estos momentos envuelto por la niebla. Ahora está más en consonancia con "El Resplandor".
Estamos en el puerto de Funchal, y así lo venden la multitud de empresas que operan en el puerto:
"Disfruta de la belleza costera de Madeira a bordo de un catamarán cómodo y estable. Descubre delfines, ballenas y tortugas nadando entre las olas".
Y sabíamos que todo tiene un componente turístico que echa para atrás, pero era la única manera de poder ver la isla desde el mar.
Aconsejamos buscar el precio más bajo (35€) ya que todos hacen lo mismo. Son 3 horas donde con suerte puedes ver unos delfines relativamente cerca y poca cosa más.
A la gente lo que más le interesa es tomar el sol y bañarse. A esto dedican 30 minutos cerca del cabo Girao,
Por cierto, el catamarán funciona a motor. No creo que hayan desplegado nunca las velas. Estaban muy bien puestas dentro de sus fundas ya que, seguramente, no saben ni desplegarlas.
La holgazana troupe turística intenta tomar el sol en zona habilitada, pero por fortuna, la tarde está nublada.
A destacar de la troupe esta faraona que nos dio la lata todo el tiempo tapándonos la visibilidad del horizonte al permanecer la mayor parte de la travesía en pie. Después de homologar su recia espalda, ha molestado continuamente con absurdos movimientos corporales. Aquí le dedicamos sentido y pesado homenaje para no olvidarnos de ella.
Un grupo de delfínes recorriendo las aguas del Atlántico junto al catamarán.
¡Caramba! Finalmente se ha tumbado fatigada de tanta tontería...
El cielo va encapotándose hasta que comienza a llover débilmente cuando estamos llegando a la altura de cabo Girao.
La mole impresionante de Cabo Girao nos sigue sorprendiendo. Ahora desde el mar resulta igualmente impactante.
Una aparente carabela, con motor y chapuzón incluido, ofrece la misma ruta que la realizada por nosotros.
En resumen, visto lo visto, la excursión marítima resulta poco recomendable y sólo se exceptúa la observación de los delfines y el espectacular Cabo Girao.
De regreso a puerto 3 horas más tarde, todavía no hemos comido nada. Por fortuna siempre aparece algún bocata que llevábamos preparado y mas tarde un helado de postre... según nos dicen, completamente natural y sin aditivos.
Todavía hay tiempo para recorrer el Parque de Santa Catarina, uno de los más grandes de Funchal con grandes vistas de la bahía.
En este lugar pueden encontrarse una gran variedad de especies de la flora de todo el mundo, que a buen seguro sorprenderán.
Cerca se encuentra la Capilla de Santa Catarina, cerrada al público, mandada construir por la mujer de João Gonçalves Zarco, el primer capitán donatario de la isla, en honor de Santa Catalina de Alejandría en 1425.
Nos dirigimos a la población de Cámara de Lobos. Aquí hay un típico restaurante, el "Espeto de Louro" donde se sirve una de las especialidades de Madeira, el "espeto".
Hacia las 9 de la noche hay un montón de gente esperando turno. Desistimos del lugar pero aprovechamos el lugar para realizar unas fotos del anochecer.
Aquella noche pudimos probar el "espeto" en nuestro hotel Eira do Serrado. El famoso "espeto", no es otra cosa que una especie de pincho gigante a la brasa que puede ser de carne o de pollo aderezado con hierbas típicas de Madeira y acompañado de pan con mantequilla y ajo.
Hay que reconocer que resulta delicioso.
Después de cenar como la mayoría de las noches, voy al miradouro que se encuentra cerca del hotel a contemplar las estrellas, la luna y este maravilloso firmamento existencial.
Entre el silencio de la noche, el suave sonido de los grillos y de vez en cuando algún ladrido que llega lejano. Allá se pueden ver las amarillentas luces de la población de Curral das Freiras, que se extienden agazapadas al fondo del valle.
La otra noche, sin embargo, pude disfrutar de un inmenso mar de nubes que se extendía más abajo, casi al alcance de la mano, impidiendo toda visibilidad.
La fascinación de la bóveda celeste me permite observar dos meteoros maravillosos recorriendo veloces el cielo en muy poco intervalo de tiempo, y un cuerpo luminoso a gran altura que se desplazaba a una velocidad relativamente rápida. ¿Podría ser la estación espacial o algún satélite en orbita alrededor de la tierra?...
Mientras observo las estrellas titilar débilmente, muchos pensamientos giran en torno a mí. Ya no volveré a ver este lugar tan especial. aunque ¡nunca se sabe!. Todo pasa tan rápido...
DIA 8. AEROPUERTO DE MADEIRA. REGRESO.
Cierto pesar en el último desayuno antes de partir hacia el aeropuerto...
Estamos prácticamente en el aeropuerto, y nos sigue sorprendiendo e impresionando la gigantesca estructura construida en el año 2004.
Un terrible accidente aéreo ocurrido en 1977, ocasionó 133 víctimas al precipitarse el avión sobre un puente y caer al mar en un tercer intento de aterrizaje. Este accidente fue decisivo para alargar la única pista.
El proyecto de ampliación lo realizó el Ingeniero António Segadães que fue galardonado con el máximo premio en el mundo que entrega la Asociación Internacional de Puentes e Ingeniería Estructural.
Son 180 columnas de 70 mts. de altura, en un proceso constructivo complejo e ingenioso que costó más de 500 millones de euros.
En el aeropuerto de Madeira embarcamos nuevamente rumbo a Lisboa donde haremos escala para nuestro destino final.
Nuestra estancia en la isla ha pasado rápida, ya sólo quedan recuerdos que se diluyen lentamente con el tiempo. Permanecen solamente algunas anécdotas que en el transcurso de los años también irán quedando en el olvido.
Para que esto no ocurra, la entrada de blog, fiel testimonio y reflejo de unos fantásticos días en el transcurrir de nuestra existencia.
Esa sopa de tomate con cebolla y huevo... Qué rica.
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