30/11/19

Ruta por "La Segarra" abandonada. LA RABASSA. MONTPALAU. MONTLLEÓ. PALAMÓS. Ruta de Senderismo.


Situado en la parte alta del pequeño núcleo de población, puedo contemplar una vasta extensión de tierras salpicadas por alternancias de bosques y campos. Reina en el ambiente matinal un silencio absoluto. De la chimenea de una de las casas se eleva lentamente el humo que se mueve por la leve brisa de la mañana.





Desciendo por una empedrada calle formada en su mayor parte por unas escaleras. El rumor de mis pasos alertan desde el interior de alguna casa a un perro que comienza a ladrar. Un poco más adelante, me recibe otro perro que se pega a mí, pero lo ahuyento con un movimiento de sorpresa. Es el perro de nombre "charly" que acompaña a una señora que pasa la escoba junto a su casa.
Tras intercambiar un saludo con ella, comienzo la ruta solitaria en este poco conocido lugar de "La Rabassa".







El camino cruza cerca del pueblo sobre las vías de la línea férrea Lleida-Manresa, y enfila luego ondulante junto una arboleda otoñal que linda con las tierras de labor.






Los rayos del sol, todavía tenues a esta hora de la mañana, inciden su luz y resaltan los perfiles de las hojas amarillentas y ocres que lo avanzada de la estación se ha encargado de teñir.






Se disfruta del silencio y de la ausencia de muchas cosas innecesarias mientras sigo bordeando la vaguada que se prolongará hasta llegar al siguiente núcleo de población que  comienzo a intuir a lo lejos, entre los árboles.







El camino en algún tramo está algo embarrado, en otros hay una gran profusión de hojas formando una alfombra otoñal que cruje levemente a mis pasos.








Predominan los campos donde comienzan a asomar los brotes de sembradura. Se formas ondulaciones de líneas suaves que se cruzan entre pequeños bosques.





Voy acercándome al pequeño núcleo rural de Montpalau. El lugar encajona sus casas rodeando una loma de la montaña, y hacinándose rodeando el montículo.
En uno de los extremos, se encuentra la iglesia de Sant Jaume de Montpalau.








Me pierdo dando un rodeo por el interior, subiendo por callejones empinados y escaleras que llevan a la parte alta de la población donde residen hoy en día 29 personas.









Doy la vuelta al recinto y desciendo de nuevo pasando frente a una edificación, la capella de Sant Miquel.




Dejo atrás las últimas casas del pueblo siguiendo un camino que asciende lentamente entre campos y terruños.





El sol viaja hacia el cenit y comienza a iluminar con todo el esplendor otoñal. La luz es magnífica dando al ambiente una colorimetría de  tonos y matices que produce una sensación muy agradable a los sentidos.
Son horizontes de extensos campos y lontananzas rurales entre los que avanza el camino.





Detrás de una pequeña arboleda cruza de nuevo un puente sobre la  vía de tren que se prolonga monótona hasta perderse en el horizonte.






Me desvío por un sendero que desciende entre los arboles del bosque.




De nuevo un camino junto al lindero de un campo de sembradura...





Hacia las diez y media de la mañana, busco un emplazamiento para hacer un alto en la ruta y proceder al habitual desayuno.
Un pequeño montículo junto al camino parece el lugar idóneo para la pausa matinal. Aquí con una visión de un horizonte de campos sembrados, me hago con unas piedras a modo de pequeño dolmen para sentarme con mas o menos comodidad.






Y  en la  calma y el sosiego preparo el bocadillo con tomate, atún y aceitunas. Y para aderezarlo bien, una fresca cerveza que le aportará el toque especial.







Bien satisfecho, sigo itinerario de nuevo entre campos y bosque, con caminos que tan agradables resultan al senderista.









El camino vuelve a ascender con lentitud. Al poco asoma sobre una colina cercana la torre de un campanario que sobresale del resto de las edificaciones que se recortan siluetadas sobre un fondo de cielo completamente azul.






Más adelante los arboles vuelven a ocultar la torre, pero después,  va apareciendo de nuevo, al fondo del camino.



     


Me encuentro frente a un montón de ruinas de lo que fuera en su tiempo el pueblo de "Montlleó" o "Mulió" como era conocido popularmente por las gentes de la comarca.





El pequeño núcleo no es más que un informe montón de piedras caídas en los que se adivina fueron restos de las nueve casas que el tiempo y el abandono se han encargado de derribar.
Todas ellas forman un todo en la ladera de la colina. En la cima debió existir en otros tiempos un castillo. Hoy en día en este lugar, un vértice geodésico es el único testigo fiel del altozano.





Subo hasta la cima por un empinado sendero, llegando hasta el punto geodésico que marca la altura. Desde allí puede contemplarse una dilatada panorámica de la comarca.







En este lugar prácticamente no hay indicios de la existencia del castillo edificado en el s. XVI





Desde este lugar se puede ver la única edificación de solemne prestancia del lugar. La iglesia dedicada a Santa María de Montlleó del s. XI




Impresiona ver las ruinas de las casas que en su tiempo debieron estar habitadas. Ya no hay calles, ni fachadas ni rincones bellos.





Según consta en mis informaciones, nunca hubo luz eléctrica a excepción de dos casas que la generaban precariamente mediante un molino. Los habitantes se dedicaban a la agricultura, con algunos rebaños de ovejas, y un horno comunal para la cocción del pan.






No es hasta 1992 cuando llega la electricidad, pero ya es tarde, los últimos habitantes abandonaron el pueblo 34 años antes. Tampoco había agua corriente, esta había que buscarla en una fuente situada a unos quince minutos de la población.  El agua de lluvia se almacenaba en aljibes.












Actualmente hay una casa utilizada como barraca de cazadores y que se ha vuelto a habitar aunque sea con cierta precariedad.






Abandono el lugar pensando cómo deben ser las largas noches de invierno en este lugar tan solitario. Frío, niebla y olvido tras los muros derruidos por el tiempo, mientras la ventisca ulula entre las piedras buscando una salida al oscuro horizonte.
Doy una mirada atrás y contemplo sobre la loma las ruinas apiñadas de lo que fue un día un núcleo habitado por gentes con un único punto en común, sobrevivir de una tierra que a duras penas les puede mantener.







El camino sigue bordeando tierras de labranza, mientras el sol que ya no asciende más por la época del año comienza lentamente a declinar.







Y entre lontananzas, llego a otro de los lugares interesantes del itinerario. Se trata del núcleo, también abandonado de "Palamós".






En este lugar había un castillo que al parecer perteneció al Monasterio de Santes Creus. A su alrededor, hacia el s. XI, surgió el pueblo de Palamós. En este momento se sitúa la construcción de la primitiva iglesia. La actual capilla de Sant Joan de Palamós es del XVIII. 
Un pequeño corral de cabras frente a la edificación, da una triste imagen a este lugar de indudable valor histórico, cultural y arquitectónico.






Una vuelta por las casas derruidas donde uno puede darse cuenta lo lo inexorable que resulta el paso del tiempo en estos apartados lugares.








El abandono de las casas y el consiguiente despoblamiento de la zona hizo que todo quedara en las ruinas que ahora se pueden contemplar.








Dejo atrás el lugar de Palamós y regreso por el mismo camino que conduce a  La Rabassa, punto de inicio del itinerario.





A la entrada del pueblo se encuentran las primeras edificaciones que conforman este mundo rural que va agonizando imparable con  transcurrir del tiempo.








Paso junto a la pequeña iglesuca de  Sant Cristòfol, a buen seguro, el monumento más característico de la población, junto a la entrada del pueblo.






La pequeña calle permanece vacía y silenciosa. Solo encuentro a "charly", el perro que esta mañana vagaba por los estrechos y empinados callejones.
Nadie más y absoluto silencio en el ambiente. Solo una chimenea humea tristemente entre los tejados de las casas.








Aquí termina esta interesante ruta por estos desconocidos parajes que tanto me han sorprendido. 
Sin duda el otoño y la primavera, son estaciones que se agradecen en las salidas a la naturaleza. En esta ocasión, he podido disfrutar de estos rasgos tan característicos destacando esa fascinante luz otoñal que tiñe de impresionantes colores.
En definitiva, aconsejo esta ruta de 12,48 kms. y desnivel de 351 mts.
Aquí el enlace:






* La siguiente noche, de regreso, cerca de "La Panadella", pude realizar esta foto con esa intencionalidad que tan bien refleja la desolación invernal.






Y otros enlaces por la zona:

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/la-panadella-bellmunt-rocamora-argencola-carbasi-16123640

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/clariana-albarells-cantera-29408184