Llavorsí
es un municipio español de la provincia de Lleida, en la comarca del
Pallars Sobirá. Se encuentra en la bifurcación entre la vall de Áneu, la
vall de Cardós y la vall Ferrera. Tiene seis pueblos agregados: Aidí,
Arestui, Baiasca, Montenartró, Romadriu y Sant Romà de Tavèrnoles. El
lugar se caracteriza por un paisaje montañoso y abrupto, con un río, el
Noguera Pallaresa que cruza el pueblo y el valle corriendo sus aguas con
precipitado caudal.
Diferentes caminos y senderos cincelan un paisaje variado que hacen muy agradable su recorrido.
Caminar
con sosiego estas veredas húmedas y olorosas nos trasladan a
ensoñaciones y encantos anímicos que nos alejan de las realidades del
momento.
Con todo ello, conseguimos una limpieza espiritual en profundidad de todas
las suciedades amasadas durante la semana.
No podemos
permanecer extraños a la naturaleza que nos rodea, ya que uno mismo forma parte de esta naturaleza. Cuando hayamos logrado esto, habremos logrado también, la purificación de la mente.
La limpieza
física y moral es la que impulsa al solitario senderista hacia otros
lugares entre los cuales, el cuerpo y el espíritu liberados de las
ataduras y las servidumbres terrestres, pueden encontrar de nuevo su
esencia y su pureza en el seno de los elementos naturales. Viento sol y
lluvia, la trinidad del senderista.
En las altas montañas que rodean el frondoso valle, aparece la nieve. Habitante invernal dónde los haya, merecedora de reinos y señoríos, agazapada entre los fríos de las cumbres, cubriendo arboles y vegetación aterida que asoma entre el manto de blancura gélida.
Aquí se escucha el silencio y el ulular de la ventisca en los días y noches de olvidado tiempo, cuyo transcurrir no importa a nadie.
Fría neblina y blancos nubarrones de celliscas repentinas, levantan el rostro en el horizonte de arboledas perdidas. Mas allá, la lejana tormenta, con retumbos apocalípticos unirá cielo y tierra confundiendo el horizonte de montañas.
Pero
todo permanece inalterado en la naturaleza hasta que la llegada del
hombre irracional golpea regido por la absurdez de su incauta mente y
destruye los paisajes que son disfrute de las personas que creen en esta
unión con la Naturaleza.
Mientras uno va contemplando la lejanía del cielo y las montañas, mientras se escucha el tiempo que gotea tímido pero implacable, y mientras los pasos nos alejan o acercan de cualquier parte del recorrido, voy pensando en encontrar la esencia interior del todo. El amor por lo bello que se contempla en la naturaleza servirá para vencer y erradicar la irracionalidad de algunas personas, que son todavía muchas, que quieren destruir y malbaratar los recursos de esta gran tierra imprescindible que tanto nos sorprende.
¡ Ahí queda esto !
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