Desde la Junquera iniciamos la ruta
por una estrecha carretera rural, hacia el pueblo de Cantallops. (El nombre
promete). De aquí por una pista forestal que se adentra por el Paratge Natural
de la Serra de L´Albera, vamos en
dirección al poblado o asentamiento de Requesens, a unos cinco km.
Las montañas de L´Albera, hacen de frontera natural entre L´Alt Empordà y el
Rosselló.
La pista es dificultosa teniendo en cuenta el tipo de vehículo utilizado.
Penosamente llegamos a nuestro destino. Allí, cuatro edificaciones y un bar
restaurante llamado La Cantina, nos sirven de refugio contra un viento que ha
comenzado a desatarse. Desde este lugar, vemos a lo lejos, sobre una colina, el
castillo de Requesens.
El castillo de Requesens domina
todos los valles meridionales del monte Neulós, a unos 7 km al este del
vecindario de Requesens. Su término corresponde al del antiguo pueblo de
Requesens.
El Castell de Requesens. |
Comenzamos nuestra pequeña andadura por un desdibujado sendero que comienza
junto a las casas del poblado.
A la salida... |
El sendero desciende veloz hasta encontrar una
pista que bien indicada nos llevará hasta el Castillo de Requesens.
En unos 45 minutos esperamos estar junto a los altos muros del espectacular recinto.
Descendiendo por el sendero. |
La comitiva avanzando... |
Típica foto de señalización. |
Hemos llegado ya al castillo. Aparecen las almenas y torreones entre la maleza de la montaña.
Torre. Castell de Requesens. |
La entrada se practica por un portal que se adentra en una gran sala donde
una señora sentada ante una desvencijada mesa nos atiende y nos da acceso, previo
pago de 2 euros. La señora está allí sentada como estatua impertérrita haciendo
punto y muy atenta a la confección de un chaleco de lana.
Nosotros comenzamos la visita por nuestra cuenta… y riesgo… ya que la parte
baja del castillo está muy abandonada y sin que se vea ningún signo de
recuperación estructural.
La construcción de este primer castillo documentado en Requesens se inscribe
en las disputas entre los dos condados a raíz de su separación a finales del
siglo X. Los condes de Rosellón mantuvieron el dominio,
dentro del condado de Ampurias, hasta su extinción.
Desde una de las ventanas... |
El señorío de Requesens les
fue reconocida en el convenio entre los condes respectivos del año 1075 y
dominio sobre el castillo vuelve a ser citado en la renovación de aquella en
1085 y en otro convenio del año 1121.
Inspeccionando salas... |
Los condes roselloneses o los personajes
a los que la enfeudaron tenían un «castlà» (señor del castillo), que durante la
primera mitad del siglo XII era un miembro de la misma familia condal,
indicador claro del interés que tenían.
El recinto noble o superior incluye diferentes estancias (con el pavimento decorado con la roca heráldica de los Rocabertí, que se conserva en parte), la gran sala (actualmente cerrada), con una chimenea de piedra y unos ventanales con unos postigos que se ven de lejos, muy teatrales y característicos, y una torre atalaya redonda (también inaccesible), que es el punto más elevado del monumento.
También hay algunos edificios de servicio, entre los cuales unas cocinas y lo que durante la última posguerra sirvió de hospital militar.
El antiguo horno. |
Cocinas y más cocinas. |
Observando... |
Los dragones de hierro. |
Dragón de hierro. Detalle. |
La gran panorámica. |
Pasillos... |
...Y más pasillos... |
Los Visitantes. |
Entre 1893 y 1899 fue totalmente reconstruido por sus propietarios, los
últimos condes de Peralada residentes en el territorio, Tomás de
Rocabertí-Boixadors Dameto y de Verí y su hermana Juana-Adelaida, con la
intención de convertirlo en residencia de verano.
Las ballestas colgadas. |
El edificio
actual tiene tres recintos fortificados, con torres redondas y cuadradas,
portales, almenas
y matacanes de gran espectacularidad.
Las obras fueron dirigidas por el maestro de casas Alexandre Comalat, que
reconstruyó los aún vistosos restos del edificio medieval con el mismo trazado
y la misma piedra de granito de la montaña con la que había sido construido,
por lo que actualmente es muy difícil distinguir la parte original de la
reconstruida.
La
iniciativa de restauración que tuvo Tomás
de Rocabertí supuso una gran resonancia y fue celebrada por numerosos
visitantes. Pero los condes no pudieron disfrutar de su nueva residencia. Tomás
murió en enero de 1898
y Juana-Adelaida, que le sucedió, el 1899, en el mismo castillo, justo después de la gran fiesta de
inauguración del día de san Juan de aquel año (que no escapó a la prensa de la
época). Juana-Adelaida murió repentinamente en circunstancias nunca aclaradas y
sin herederos directos.
En la azotea del castillo. |
El 1923 el castillo y toda
la inmensa propiedad anexa (más de 2000 ha) fueron adquiridos por los hermanos
Pedro y Juan Rosellón, industriales mallorquines que explotaron intensivamente
el bosque de la zona. Pocos años después (1927)lo volverían a
vender, ahora a Joaquín de Arteaga, duque del Infantado y empresario, que lo
conservó y residió esporádicamente, pero que despidió a todos los habitantes,
colonos y otras personas relacionadas con la finca.
En 1936, al inicio de la Guerra civil española, fue brutalmente
saqueado por activistas de la CNT-FAI. Tras la guerra, en 1942, el duque vendió
toda la propiedad y el castillo a la compañía Borés SA, firma interesada
únicamente en la explotación del bosque.
El castillo lo ocupó un destacamento
militar durante todos estos años con el objetivo de controlar la actividad de los
maquis. Los militares modificaron
algunas dependencias (se instalaron cocinas y un hospital militar) y dañaron
los interiores y algunas almenas.
El 1955 fue vendido a sus
actuales propietarios, los socios Miquel Esteba Caireta Pijoan. Antes de
comprar el castillo de Púbol, Salvador
Dalí intentó infructuosamente adquirirlo.
Aunque el castillo no ha vuelto a
estar habitado y su interior, propio de una mansión decimonónica, está
totalmente desmantelado y ha sufrido recientemente alguna gamberrada que ha
obligado a cerrar el acceso a una parte del recinto superior por seguridad.
Tanto el gran
patio del primer recinto como el entorno del castillo ajardinaron con especies
vegetales autóctonas y foráneas pensadas para resaltar el conjunto, que se han
aclimatado y naturalizado.
El castillo de Requesens constituye uno de
los mejores ejemplos de arquitectura neomedieval que se conservan en Cataluña.
Desgraciadamente, ni los recursos de sus actuales propietarios ni el interés de
las instituciones están a la altura de su importancia.
La visita ha valido la pena. Nunca habíamos visto un castillo de estas
dimensiones. Un espectacular lugar sin duda propicio para jugar al escondite.
Panel informativo. |
Y una foto para ver como estaba acondicionada una de las salas del castillo en una retrospectiva de la época.
En otra época. |
El viento sopla ya con mucha fuerza
al salir del recinto. Iniciamos el regreso hacia el restaurante donde ya
previamente nos habíamos emplazado.
El pequeño y rústico salón, nos salva de la ventisca que con enorme ímpetu
nos llega a zarandear hasta el espíritu.
Restaurant "La Cantina". Requesens. |
En buena compañía. |
El menú es sencillo… “arrós de muntanya”. Realmente excelente. La cantidad
sobrada hace que todos podamos repetir varias veces. Y aún nos vamos a llevar a
casa lo que va a sobrar.
Arròs de muntanya. |
La ventana, el viento, la luz... |
Al salir del lugar la “Tramuntana”,
sopla con tal fuerza que nos es difícil tenernos en pié. La temperatura ha
descendido rápidamente y nos marca 6º. La sensación térmica es por este motivo, mucho
más acusada.
Oscurece, a medida que vamos regresando por la pista hacia Cantallops.
Las violentas rachas de viento atemorizan al más osado explorador. Me vienen a
la mente estos lugares de misterio en los que son frecuentes los avistamientos y las abducciones. El
paraje es de lo más idóneo…
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