He ido ya varias veces en los últimos veranos por la Via Verde de la Val de Zafán.
La primera vez que la descubrí, comencé mi itinerario en Tortosa y terminó en la estación de Arnes. Luego el regreso, en total unos 95 Km. Me encantó.
Este verano había decidido explorar algunos desvíos en la ruta a modo de un GR que hay antes de llegar a la estación de Benifallet, pero en el último momento, no fue el GR lo que cogí, fue una impresionante tormenta en medio de la montaña.
La salida, como es habitual la realicé desde Xerta. El día había amanecido cubierto.
Siempre son de admirar las vistas desde el camino con el recorrido del Ebro.
Continuamos la ruta en dirección al Santuario de la Fontcalda. Como sabéis, toma su nombre de los caños de agua algo caliente que se encuentran al lado del río Canaletas. Esta agua se subía a lomos de caballerías mediante cantaras hacia el balneario. La clientela que en el siglo pasado disfrutaba de unos días en el establecimiento,gustaba de bañarse con esta agua caliente.
Bueno, la ruta. Antes de llegar a la Fontcalda, (unos 4 Km.), sale un camino por la derecha que desciende hacia el barranco donde transcurre el río Canaletas. Y allí desciendo yo dispuesto a explorar antigüos caminos de herradura, sin saber dónde me metía.
El camino conduce por un excelente cañizar junto al río. ¿ Estamos de nuevo cruzando un remoto país africano?.
El camino, enfila después por la otra vertiente del barranco y sube hacia no sé dónde. En un momento dado cojo otro camino a mi izquierda para ir en dirección a la Fontcalda. Y... llego por el estrecho y abandonado caminejo a esta casita de piedra. Un pequeño "mas" abandonado. ¡exploremos!...
El hogar abandonado. ¿Cuántas noches de invierno habrá calentado este fuego?. Me hubiera gustado revivir estos momentos. Dejo la casa.
Sigo el sendero y me lleva en prolongado descenso de nuevo al lado del río en un infierno de hierbajos con ninguna alternativa de salida. A pesar que el lugar atrae,regreso por el mismo camino. Cruzo el camino de las cañas y subiendo de nuevo por la otra vertiente del barranco llego a la vía verde. Caen unas gotas de lluvia. Empiezo a mojarme. Mi anorac, traspasa la lluvia. Llego a la Fontcalda, ya ha dejado de llover.
Hora de comer. De la mochila sale el pan y la sufrida lata de conservas. Realmente apetitoso.
El cielo sigue encapotado. A lo lejos se oye el retumbar del trueno.
Viendo el desenlace meteorológico,decido regresar.
Regreso por la Vía Verde hacia Xerta, y ahora sí, comienza a llover considerablemente. Me pongo de nuevo el anorac, pero este es un coladero de agua. La tormenta la tengo encima. Me refugio en los túneles que voy encontrando. Lo peor que se puede hacer, es estar en la montaña, corrientes de aire, en un túnel, encima de una bicicleta... Los relámpagos y los truenos retumban entre las estribaciones rocosas. El ambiente es tétrico.
La tempestad arrecia. Estoy de cuclillas dentro de uno de los túneles del trayecto, y alejado de la bici por temor a los rayos, oigo pequeños desprendimientos de piedras en el exterior. El agua cae como un diluvio universal.
Al ser tierra arcillosa, el agua caída provoca enormes barrizales rojizos que creo serían la delicia de los alfareros.
Al cabo de media hora, la lluvia amaina levemente. Sigo la ruta. La gavilla del piso ofrece resistencia a las ruedas, y cuesta pedalear con el agua de frente que va penetrando a través del tejido. La temperatura ha descendido y finalmente, aterido de frío, en pleno mes de agosto, consigo llegar a la antigüa estación de Benifallet.
La estación tiene vida. Ahora "Adif" ha concedido una licencia y se ha reconstruido como bar restaurante; cuenta además con dos dependéncias anexas a la estación, para poder dormir en plena naturaleza. La primera es una especie de apartamento con una buena habitación, y la segunda es tipo albergue.
¡ Promete !.
Tras reponerme con un té muy caliente, el amable dueño de la estación, me dió una gran bolsa de plástico con la que apañé una especie de chaleco protector contra la lluvia. Esto evitó que al seguir la ruta quedara empapado por la lluvia. A él tengo que darle las gracias por su colaboración.
Esperemos que la estación de Benifallet, tenga una larga vida. Me encantaría dormir allí.
El tiempo sigue igual, pero ahora si que voy mejor preparado. Enfundado en el traje improvisado, con un impertinente ruido a causa de la lluvia y el viento, llego a la estación de Xerta, punto final de mi recorrido.
Una aventura que puedo contar felizmente.
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